Escribir es reparar la herida fundamental, la desgarradura, porque todos estamos heridos. Alejandra Pizarnik.
El despertador ha sonado
temprano. A las 5:30 de la madrugada un intenso pipipipipiiiiiiiiiiii
me ha avisado de que comenzaba la jornada. Ducha rápida, elección de ropa y
desayuno frugal. A las 6:15 me pongo en marcha y subo en el tren de cercanías
rumbo a Málaga capital ¾yo vivo en Fuengirola, centro neurálgico de la Costa del
Sol¾
donde, si no hay retraso con la combinación, a las siete y media tomaré un ave rumbo a Madrid. ¡Bendita alta
velocidad que me permite recorrer en dos horas treinta y cinco minutos casi seiscientos
kilómetros y malditos trenes de cercanías que para recorrer veintiocho kilómetros
necesitan más de tres cuartos de hora! Algo no funciona bien...
Afortunadamente no hay retrasos. Y digo afortunadamente porque en las últimas dos semanas los retrasos y cancelaciones de trenes de cercanías han sido la tónica general. ¿La causa? La más absurda que se puede imaginar en unos tiempos en los que los españoles desean trabajar: falta de personal. Al menos eso es lo que aducen en la prensa local. Algo extraño, por otra parte, en una empresa que quiere ¾o pretende¾ dar servicio a miles y miles de personas cada día en toda España.
Afortunadamente no hay retrasos. Y digo afortunadamente porque en las últimas dos semanas los retrasos y cancelaciones de trenes de cercanías han sido la tónica general. ¿La causa? La más absurda que se puede imaginar en unos tiempos en los que los españoles desean trabajar: falta de personal. Al menos eso es lo que aducen en la prensa local. Algo extraño, por otra parte, en una empresa que quiere ¾o pretende¾ dar servicio a miles y miles de personas cada día en toda España.
A pesar de los contratiempos, mi
sorpresa es mayúscula cuando accedo al ave
y veo la imagen de la portada de una de mis novelas en las mesillas. El día, a
pesar del madrugón, comienza bien. Y sé que será aún mejor cuando llegue a
Madrid y me encuentre con Vanesa Gutiérrez Portero,
una compañera de la editorial RedApple Ediciones con la que he compartido
muchas charlas por WhatsApp a lo largo del último año y que ha accedido a
participar de la sección Un día con...
Y es que, como ustedes saben, este espacio sirve para dar a conocer a aquellos
autores que están haciendo que el mundo editorial y la cultura este cambiando a
toda velocidad.
Llego a Madrid con unas ganas
tremendas de desayunar. El café con leche que he tomado en la cafetería del
tren me ha dejado un regusto amargo en la boca del estómago. Quizá, porque esa
nube de café de la que ya he hablado alguna vez se ha convertido en un café sin
leche. Creo que la camarera aún no ha terminado el máster en la que se le
capacita para saber el parámetro que define el color de una nube y un café
sólo.
¾Vanesa, he oído que en
Madrid hay un local donde sirven un café espectacular y unos churros
exquisitos.
¾No me digas más, José
Antonio. Sin duda, te estás refiriendo al Café Gijón.
¾Sí, ese es. ¾Doy
saltos de alegría¾.
Ese es, precisamente, el café sobre el que me habló un familiar hace unos días.
Situado en pleno centro,
concretamente en el Paseo de Recoletos, me encuentro con un local sombrío,
austero, demasiado oscuro para que el primer café de la mañana te caiga bien en
el estómago.
¾Te aseguro que te va a
encantar este local ¾me
comenta Vanesa con una preciosa sonrisa dibujada en los labios justo antes de
entrar.
Es cierto. Cuando me he sentado,
cuando he conseguido descansar los pies y he mirado detenidamente el local… ehm…
me ha encantado. He disfrutado de la tranquilidad del Café Gijón, del olor a madera
vieja de las intrincadas y abigarradas molduras de roble americano que cubren
el techo, de alguna que otra telaraña que cuelga de las antiquísimas lámparas
de latón, de las pesadas telas en tonos ocres que tamizan la entrada de luz en
las ventanas, del reguero de servilletas de papel arrugadas que se acumulan en
el suelo a lo largo de toda la barra y, sobretodo, de la media docena de
churros que nos hemos metido entre pecho y espalda para acompañar a un café con
unas gotitas de… leche. Sí, sí. De leche. ¿Qué pensaban? El café con leche del
Café Gijón está de muerte y los churros… uhm… impresionantes. Su punto de
fritura es exquisito. No están secos. Tampoco aceitosos. Sí muy crujientes y
con una textura muy suavecita para el paladar.
¾Este local es mágico ¾comenta
Vanesa mientras disfrutamos de una segunda taza de café¾. En esta mesa, quizá en
otra de las que hay por el salón, tal vez en todas… estuvieron hace años
grandísimas figuras de nuestro país.
¾Anda ya…
¾No exagero, José Antonio.
Hablo muy en serio.
¾¿No irás a decirme que
aquí se ha sentado alguna vez el rey emérito? Bueno, de Letizia me lo puedo
llegar a creer, pero…
Vanesa pone los ojos en blanco.
La conversación está de lo más divertida.
¾Me refiero a grandes
figuras del arte: Pérez Galdós, Canalejas, Valle-Inclán, Jacinto Benavente,
Julio Romero de Torres… Con el tiempo, muchos otros artistas monopolizaron
grandes tertulias en este local. Y no te hablo de cualquier artista. Nooo. Me
refiero a algunos miembros de la mítica Generación del 27, algunos referentes
de la literatura española del siglo XX y…
¾¿Y?
Como buena escritora que es,
Vanesa es capaz de generar intriga. Igualmente, el Café Gijón invita a ello.
¿Quién dice que dentro de unos años alguien no pueda estar en nuestra misma
situación hablando de dos jóvenes escritores que se reunieron un día en el Café
Gijón para mantener una charla animada sobre literatura, la vida y otras muchas
cosas más?
¾Federico García Lorca,
Dalí, Buñuel, Sorolla… ¾contesta risueña¾. Esto es sólo una
pincelada del arte que ha llenado este lugar desde 1888.
¾Los próximos en ser
recordados seremos nosotros, Vanesa. Te lo aseguro.
¾Ojalá. De todas formas, te
comento que yo también tengo mi leyenda en este sitio.
Asombrado por su declaración,
trago como los pavos, doy un sorbito al café ante la amenaza de comenzar a
toser, dejo el churro en el plato, cojo tres servilletas, me limpio la boca y,
mientras hago lo propio con mis dedos, digo casi sin respirar:
¾Vanesa, te lo suplico. Cuéntame.
Con su voz dulce y aterciopelada
y una divertida sonrisa en los labios, continúa atrapándome con sus palabras:
¾Creo que alguna vez ya
hemos comentado en una de nuestras conversaciones por WhatsApp que yo escribo
desde muy pequeñita.
¾Cierto. Por curiosidad.
¿Qué solías escribir? Lo pregunto porque yo me dedicaba a los cuentos, a
aventuras de naufragios en alta mar y las posteriores aventuras en una isla
desierta…
Sonríe otra vez.
¾Pues yo escribía de todo,
José. ¿Puedo llamarte José?
¾Por supuesto, pero sin la
tilde. Jose me gusta más.
¾Perfecto Jo-se. Como te iba diciendo, yo escribía
continuamente. Sobre cualquier cosa que me pasaba. Otras veces me inventaba
historias o incluso grababa las típicas radionovelas en aquellos casetes que
teníamos todos por casa. ¿Los recuerdas? Una pasa de la treintena y…
¾Ya somos dos pero no se lo
digas a nadie. Hoy en el tren una señora me ha echado veinticinco años así que,
tal vez empiece a partir de mañana con el descuento. ¿Quién sabe? A lo mejor la
próxima vez que nos veamos te cuento que estoy a punto de volver a hacer la
comunión.
Ambos no podemos parar de reír
durante un rato hasta que Vanesa, después de este momento de distensión,
continúa con su exposición.
¾¿Sabes que de pequeña
también era actriz? ¾Abro
los ojos de par en par¾. Sí, sí. Escribía obras de teatro para el colegio y las
interpretaba con mis compañeros. Es más. Mis profesores de Lengua Castellana y
Literatura vivían enamorados de mis redacciones. Era… ehm… una forma de vida. Mi forma de vida. Sobre todo, la poesía.
Vaya, qué casualidad. En mi
corta pero intensa aventura en la sección Un
día con… ya me he topado con dos poetisas: Caterina Gravina y Vanesa
Gutiérrez Portero.
¾Recuerdo ¾continúa¾
escribir en la primera página de todos mis cuadernos mi nombre y soñar que
aquella era la portada de uno de mis libros.
¾Afortunadamente, tu sueño
se hizo realidad.
¾Así es. Un 24 de octubre
de 2015 tuve en mis manos mi primera novela, «Cuanto tu ambición me mira».
¾Que por cierto tuvo unas
críticas del público espectaculares. ¾Vanesa sonríe tímidamente
ante mi afirmación¾.
Ya sabes que uno investiga un poquito.
¾Pues sí. Y ¿a que no sabes
dónde vio la luz por primera vez?
Uhm… me huelo que…
¾¿Aquí? ¿En el Café Gijón?
¾Efectivamente, Jose. Mi
primera presentación fue en este precioso lugar. Fue mágica. Aquí estuvieron
todos mis amigos y mi familia, por supuesto. Muchos vinieron desde fuera de
Madrid para acompañarme. Uff, no te imaginas lo emocionada que estaba aquel
día.
Me lo puedo imaginar. A todos
los que nos dedicamos a las letras nos envuelven los nervios, la ansiedad, los
miedos y la emoción cuando hacemos una presentación, ya sea la primera, la
segunda, la tercera…
¾Era la primera vez que
veía mis libros en persona, que los tenía en mis manos y podía hablar ante una
sala llena de familiares y amigos ¾continúa exponiendo Vanesa. Y lo hace con la misma
ilusión que aquel día. Lo veo en su mirada¾. Tener tantos ojos
clavados en ti asusta un poco. ¿Sabes a lo que me refiero?
¾Perfectamente.
¾Si tengo que hablarte de
mis sensaciones… uff… fueron muy contradictorias. Dos días antes había
fallecido una de las personas más importantes para mí: mi abuela. Y, a ese
momento tan doloroso, se unía el más feliz de mi nueva vida como escritora.
Todo… todo era tan raro…
¾Lo siento.
¾Gracias. Afortunadamente,
tanto mis compañeros, como mis amigos, la familia y todos los presentes
hicieron de aquel día de lucha de sentimientos uno de los más felices de mi
vida.
Entiendo perfectamente lo que
tuvo que sentir porque algo parecido me sucedió a mí pero… eso es otra
historia.
Pagamos y recorremos la ciudad a
pie. El día nos acompaña. No tardamos mucho en llegar al Palacio Real, a los
jardines de Sabatini. Uff, qué recuerdos me traen estos jardines… Un viaje, una
chica, unos besos de enamorados… Recuerdos que han de quedarse en el baúl,
precisamente, de los recuerdos porque, aquello ya pasó.
Nos sentamos en un banco frente
al palacio y, antes de que el silencio nos invada, algo raro por cierto en
Madrid, Vanesa me dice:
¾¿Sabes? Este es uno de mis
lugares favoritos y no sólo de Madrid, sino del mundo. Me encanta imaginar la
vida de los reyes y los príncipes de épocas pasadas con sus trajes, sus
carruajes… ¿Tú crees que alguna vez pensaron ellos que iban a pasar a la
historia? ¿Qué iban a tener esculturas suyas por todas partes? En este lugar es
imposible no inspirarse. Fluyen las ideas casi sin esfuerzo. Es… es como si
todo el tiempo y las historias que se esconden detrás de estos muros de piedra
me dieran alas para crear.
«Ay, Vanesa. ¡Cuánto te
entiendo!», pensé aunque no se lo dije porque la inspiración se había apoderado
de su lengua y, obnubilado por sus palabras, la dejé seguir:
¾Muchas veces me siento
aquí, en este banco, con mi carpeta y mi bolígrafo y me pongo a escribir. La
mayoría de las veces las palabras fluyen sin orden pero poco a poco van tomando
forma, sale un proyecto y… Tachán.
Algunas veces incluso una novela. ¿Te cuento un secreto?
¾¿De los del ático?
Vanesa me mira extrañada.
¾¿A qué te refieres?
¾Hace tiempo leí que «todos
tenemos un secreto guardado bajo llave en el ático del alma». ¿Es de ese tipo
de secretos?
¾Uhm… tal vez sí, tal vez
no ¾sonríe.
¾Mira, como no me lo
cuentes ¾insisto
porque ya estoy de los nervios¾, no voy a parar hasta que…
¾Venga, venga, venga ¾responde
tratando de quitar hierro al asunto¾. Allá voy. En la novela «Cuando tu ambición me mira», la primera que escribí y que presenté en el Café
Gijón donde hemos desayunado antes, una de las partes importantes de la
historia ocurre en tu tierra, en Málaga.
¾¿Dónde?
Lo reconozco, no he tenido
tiempo material de leer «Cuando tu ambición me mira» porque… estoy leyendo «Tras
la huella de las mariposas», su última novela. Por cierto. Es una pasada. No lo dudéis: compradla y
leedla porque… bueno, diciendo que es una pasada, creo que queda todo dicho,
¿no?
¾Escucha ¾me
insiste Vanesa¾.
Tras leer el libro, muchas personas me han escrito diciéndome que ellos también
han estado en ese pueblo de Málaga. Incluso han llegado a decirme que les hace
mucha ilusión que me haya inspirado en él, que está espectacularmente detallado
y… Bueno, da igual. ¿Te confieso algo? ¡¡Yo nunca he estado en Málaga!!
¾Pues ya estás tardando.
Invitada estás.
¾Gracias. Aunque no sé si
vamos a encontrar el pueblo del que hablo en la novela porque… no existe. El
pueblo, la vivienda y la cala en la que está ambientada la historia es el
resultado de mi imaginación. Aunque, por lo visto, tiene que haber algún
pueblo, alguna vivienda e incluso alguna cala muy parecida a las que salen en
la novela porque muchos malagueños las han identificado.
¾Ya tengo una tarea antes
de que vayas a Málaga ¾sonrío y ella lo hace también¾. Bueno, dos: leerme
«Cuando tu ambición me mira» y ponerme a buscar como loco el pueblo, la
vivienda y la cala de la que me estás hablando.
¾Seguro que es mera
casualidad.
¾O que en otra vida fueras
una malagueña boquerona.
¾¿Boquerona?
¾Es como se nos conoce a
los malagueños. «Boquerones».
Como a todo el mundo que no lo sabe,
la manera que tienen de identificarnos a los malagueños le resulta graciosa.
Ay, si algún día contara yo algo de los sobrenombres familiares… Daría para un
libro más gordo que el de Petete. De todas formas, eso es otro cantar y otro
tipo de literatura en la que, de momento, no voy a entrar. Me quedo con mis
novelas y, por supuesto, con las de Vanesa Gutiérrez Portero.
Comenzamos a caminar y Vanesa me
lleva a su zona, a su barrio. Un
barrio que, por cierto, ha aparecido también en la novela «Cuando tu ambición
me mira». De hecho es donde reside el protagonista masculino de la historia. Y
os preguntaréis… ¿Cuál es el barrio? Ah, se siente… hay que leer la novela para
averiguarlo.
¾Jose, ¿te cuento otro
secreto?
¾Dale.
¾El apellido del
protagonista es mi segundo apellido: Portero. He querido hacer ese guiño a mi
familia en la novela. Por cierto, si algún día alguien te dice que es un primo
lejano mío y se parece a César, el protagonista, que se manifieste ¾sonríe
mientras abre el buzón y yo llamo al ascensor.
«Ascensooooooorrrrrr».
No. Así no lo he llamado. Lo que
he hecho ha sido pulsar el botón y él, como cualquier ascensor eficiente, ha
abierto sus puertas en cuanto ha llegado al portal.
¾Jose, hoy vamos a comer un
riquísimo plato de mi tierra.
¾¿Cocido?
¾No. Cocido no. Cocido
madrileño, que no es lo mismo.
¾Ahí te doy la razón. Creo
que no hay rincón de España que no tenga su propio cocido.
Rápidamente, Vanesa prepara
todos los ingredientes: los garbanzos, que ya tenía a remojo, las patatas, el
morcillo, el chorizo… Uhm… no sigo porque sólo de pensarlo la boca se me hace
agua.
¾Te cuento ¾me dice
mientras va echando los ingredientes en la olla¾. Hoy te vas a comer mi
segundo libro.
¾¡¿Cómo?!
¾No me mires así. Este
plato tiene muchísimo que ver con mi segunda novela, «Viajando sueños». Está
compuesto por nueve relatos totalmente distintos entre sí, lo que nos recuerda
a la cantidad de ingredientes diferentes que lleva el cocido para formar un
todo. Para mí fue un reto pues yo siempre he escrito romántica contemporánea.
Cuando los escritores nos
encasillamos en un género, no por nada, sino por gustos o preferencias, he de
reconocer que nos cuesta salir de ahí. Nos sentimos cómodos en la zona de
confort y plantearnos retos nuevos, por lo general, nos suele asustar bastante.
A mí el primero. Ay, no pasé yo nada cuando, acostumbrado a la contemporánea,
decidí escribir una novela erótica… Pero, al final, somos valientes ¾Vanesa
lo es; yo lo soy también¾ y nos lanzamos a escribir cualquier cosa aunque la inseguridad
y la necesidad de hacerlo bien nos aherroje un poco.
¾No me veía en otro género ¾continúa
Vanesa¾,
pero me propuse ir a por todas y te confieso que me encantó la idea de pasear
por otros «campos». Y no eran precisamente de flores. En el libro hay de todo:
un relato contemporáneo en el que los protagonistas son unos profesores de
baile, otro con un amor imposible entre dos chicos, otro histórico que está
basado en hechos reales, uno de terror y suspense… Uhm… Ah, sí. El quinto es
juvenil. El sexto es una comedia. El séptimo un relato erótico. El octavo
medieval infantil y el último es otra comedia. Por cierto, ¿te apetece un
vinito para abrir boca?
¾Estupendo.
¾Te voy a ofrecer un Blasón
del Turra de mi querida Extremadura. ¿Te parece? Ya verás. Cuando lo pruebes va
a ser poesía para tu paladar ¾me avisa guiñándome el ojo con picardía¾.
Recuerda que también me gusta ese género.
Cocido, vinito… Esa poesía
culinaria amenazaba con reventar mi cinturón. Uhm… todo está tan rico… Vanesa
es una excelente escritora, poetisa, cocinera… Y lo mejor de todo. No pierde
nunca la sonrisa. ¿Qué más le queda por hacer a esta mujer?
Pronto llega la respuesta.
¾Voy a preparar unos paninis típicos de Italia para acompañar
al café. ¿Te parece?
¾Uff. Vanesa. Estoy que
reviento ¾le
digo soltándole un punto al cinturón¾. Mira que…
¾Son necesarios para
introducir mi tercera novela, «Tras la huella de las mariposas». Ya sabes que
comienza en Italia, de donde es la protagonista, una romántica empedernida que
desea con todas sus fuerzas encontrar el amor verdadero.
¾Uff, ¿quién no?
¾Ese afán y la complicada
situación familiar le hacen viajar a España, concretamente a Aranjuez, un
pueblo al sur de Madrid.
¾Lo conozco. Y no te voy a
decir los recuerdos que me trae ese maravilloso pueblo del sur de Madrid porque
me va a entrar la congoja.
Ya saben… viejos amores mueren
difícilmente.
¾La protagonista cree que
su vida comienza a reestructurarse cuando llega a Madrid pero ¡no! Es justo en
ese momento cuando entra en juego una carta que no se esperaba: la mayor lacra
de nuestra sociedad. La violencia de género, física y psicológica, llega a
convertirla en un muñeco de trapo a merced de las manos asesinas de su pareja.
Por cierto, Jose. Que no se te olvide decirle a los de la revista que pongan en
grande un NO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO, por favor.
¾Me sumo a tus palabras,
Vanesa. Creo que todos los lectores de Un
día con… apoyarán tus palabras. Estoy convencido.
¾Después de esos duros
momentos que te he comentado, aunque sin dar detalles importantes, la
protagonista de «Tras la huella de las mariposas» no vuelve a ser la misma.
Acaba temiendo a los hombres.
Lo reconozco. La novela tiene
pasajes duros por la temática que trata pero Vanesa Gutiérrez Portero ha sabido
tratarlos de forma exquisita con sus palabras.
¾En su camino hacia la
felicidad, la protagonista encuentra al que se convierte en el dueño de todas
sus mariposas.
¾Cierto. Todo parece
recomponerse pero te encargas de tener al lector en todo momento con un nudo en
la garganta.
¾Sí ¾sonríe con picardía¾. Cuando
creen que va a ocurrir algo… Tachán.
Surge otra cosa que cambia radicalmente los esquemas de la historia.
Lo confirmo. Vanesa tiene una
maestría asombrosa para dar un giro inesperado en la trama y dejarte con la
boca abierta.
¾Incluso el final, es algo
que nadie se puede esperar. Al menos es lo que todos los que os la habéis leído
me comentáis. Por cierto ¾me dice apuntándome con un panini¾,
no se te ocurra desvelar nada, ¿eh?
¾Palabrita del niño Jesús,
Vanesa. Estos labios no van a decir ni «mu».
Siento que crear esta novela no
le tiene que haber resultado fácil. Yo la he leído y percibo que no ha querido
pasar de puntillas por un tema duro ¾el maltrato¾ al que la sociedad tiene que mirar de frente y no a
través de una venda en los ojos porque, desgraciadamente, es una realidad sobre
la que nos hablan a diario en la prensa y en la televisión.
Quien lea la novela «Tras la
huella de las mariposas» podrá comprobar que Vanesa Gutiérrez Portero ha
investigado en profundidad. A lo largo de nuestra conversación, ella misma me
ha confirmado que la parte previa a la escritura fue complicada, que hizo un
análisis exhaustivo de casos reales, que se entrevistó con mujeres maltratadas e,
incluso, que pudo conocer de primera mano sus sentimientos, sus miedos, sus
angustias y sus temores. Todo ello, lo ha plasmado con delicadeza en la
historia que ya todo el mundo conoce como «la de las mariposas», olvidándose a
veces de mencionar «las huellas».
¾Jose, si esta historia
ayuda a que una mujer que considera que su relación de pareja no es normal dé
un paso al frente y diga: «Hey,
aquí ocurre algo. Tengo que poner remedio a mi situación», me doy por satisfecha. Por cierto. ¿A qué hora
sale tu tren? No es que yo te quiera echar de casa pero…
¾A las seis y cuarto ¾respondo
echando un vistazo rápido a las manecillas del reloj.
¾Pues me parece a mí que
como no nos demos prisa, esta noche la pasas en Madrid.
¿Conocéis el concepto
«escopetear»? Es algo que decimos mucho en Málaga. Os puedo jurar ¾por
Snoopy, por Gárgamel y los Pitufos o incluso por Blancanieves y los siete
enanitos si hace falta¾ que no hemos corrido más en nuestra vida para llegar a
la estación de Atocha.
Eso es salir escopeteados.
Correr pegándote patadas en el culo y llegar con la lengua fuera y el corazón
haciendo pumpumpumpumpum como si
en el pecho tuvieras veinte granadas de mano y estuvieran explotando una tras
otra sin darle tiempo a tu caja torácica a acostumbrarse a la deflagración.
¾Llega la despedida ¾digo
casi sin resuello mientras subimos o bajamos, ya ni sé, las escaleras
mecánicas.
¾Sí. Ha sido un placer
compartir este día contigo ¾responde Vanesa con la respiración agitada. Su corazón
salta como el mío. Pumpumpumpumpum.
Mis oídos lo perciben. O ¿acaso es el barullo que envuelve todas las
instalaciones de Atocha? Uff, ni yo mismo lo sé¾. Gracias, Jose. De
corazón. Gracias por este maravilloso día. Espero que todos tus lectores
disfruten con esta ¿entrevista?, ¿charla?, ¿reportaje?, ehm… ¿cómo llamamos a
lo de hoy?
¾Como quieras, Vanesa. Con
independencia del nombre que le pongamos, estoy convencido de que a los
lectores les va a encantar conocerte un poquito más.
¾Diles de mi parte que me
escriban y me cuenten qué les parecen mis novelas. No tendría sentido continuar
con este gran sueño que es para mí escribir sin sus consejos y sus
valoraciones.
¾Eso está hecho.
Ya sabéis, queridos lectores.
Vanesa quiere vuestras opiniones. Porque, y no olvidéis nunca, cuando
escribimos no lo hacemos para nosotros. ¡No! Es siempre para vosotros.
¾Ehm..., antes de irme. ¿Les
puedo contar a los lectores ese secretillo que me has comentado antes?
¾¿Cuándo? ¾responde
extrañada.
¾Durante la comida.
¾Ah, sí. Cuéntales que está
en proceso una nueva novela que va a romper todos los esquemas. Siento que va a
ser la historia más ambiciosa que he abordado hasta el momento. A ver… todas lo
han sido pero esta… no sé. Tiene algo especial. Ya te contaré otro día, quizá
en París, donde todo comienza.
Uff, qué bien. ¿Os digo una
cosa? Ya estoy deseando que llegue el momento porque, y aunque parezca mentira,
no conozco París. ¡Oh la la!
Pasar un día entero con Vanesa
Gutiérrez Portero me ha permitido, como con el resto de autores y autoras que
con los que he compartido esta sección, conocerla mejor. Me ha ayudado a
comprender que es una entusiasta de todo aquello que le haga feliz y…
Que lucha por ver sus sueños
cumplidos. Sueños que engloban, por cierto, temas tan diversos como el trabajo,
la escritura, el arte, el amor, la vida… Para ello, trabaja con tesón y
dedicación.
Que le encanta coleccionar arena
de playa en pequeños frasquitos de cristal, afición que lleva desarrollando
desde hace ya unos años. Puede parecer una tontería, pero la explicación que me
ha dado es muy lógica. La mayor parte de nuestro planeta es agua. La otra,
arena. Y esta, está movida por la primera así que… ¿por qué no? En palabras
suyas «la arena de cada
playa dice mucho de los sitios donde ha estado. Me encanta imaginar la de
personas que la han pisado, sus historias y lo que habrá viajado hasta
descansar en los pequeños frasquitos donde la guardo y etiqueto. Es, al igual
que los suvenires, una forma de sentir el mundo más cerca».
Que adora ese accesorio
invisible para cualquier prenda que le proporcionan los perfumes, en especial
Amor Amor de Cacharel. En cuanto a los olores… el de la vainilla. Uhm…
Que es una gran apasionada de
Hello Kitty y de los peluches en general. De hecho, todavía conserva las
muñecas de cuando era una niña ¾entre nosotros, no ha dejado de serlo y eso es algo que
me ha encantado de ella porque le da una gran frescura; yo, por descontado,
tampoco he olvidado al niño que fui y mis coches, aquellos que vendían en las
panaderías en cajitas de metacrilato en la década de los noventa, son para mí
como el anillo para Gollum: mis tesoros¾. Es más. Adía de hoy, Vanesa
sigue comprando muñecos para aumentar su colección. Es, y este va a ser nuestro
secreto, una enamorada de las Barbie. Os prometo que investigaré para saber
cuál es la que no tiene para regalársela cuando nos reunamos en… ¿París?
¿Málaga? ¡Quién sabe! Por cierto, acepto propuestas ¾de Barbie¾
pero… ojito. No se os ocurra decirle a ella nada porque me fastidiáis la
sorpresa. ¿OK?
Que se le cae la baba con su
perro al que quiere con locura y con los niños. Son su adoración. He de
reconocer que cuando llega un bebé a una casa la vida cambia. Hace ocho meses
que mi sobrinita llamó a la puerta de la mía la madrugada del 30 de diciembre
y… no sé si es por ser la primera sobrina que tengo pero… uff, se me cae la
baba. Al parecer, a Vanesa le ocurre lo mismo cuando ve a un bebé. Estoy
convencido de que en el futuro será una gran madre.
Que tiene el alma limpia, el
genio vivo y un corazón de oro que ofrece a los demás sin pedir nada a cambio.
Que es una amiga de
las grandes. De las que ve la primera lágrima en los ojos de
otro, recoge la segunda y para la tercera aunque los suyos estén rotos de dolor.
De las que siempre tiene
tiempo para un chiste, un abrazo y una sonrisa a pesar de que su ánimo
esté hecho trizas y no haya sido capaz de encontrar todos los pedacitos para
unirlos, uno por uno, con el «pegamento de los corazones rotos».
Ella es… simplemente Vanesa. La
que oye la melodía de tu corazón
y te ayuda a ponerte en pie cada vez que tus alas se olvidan de volar.
Exitosa, talentosa y misteriosa…
Así se ha mostrado a lo largo del día Vanesa
Gutiérrez Portero, esta escritora madrileña que con gran simpatía y
amabilidad me ha abierto las puertas de su alma, de su casa y de sus letras.
Una luchadora nata a la que no
le han regalado nada pero que quiere regalarle a todos los seguidores de Un día con… las siguientes palabras:
»Nunca jamás os rindáis. Existen cosas difíciles pero
no imposibles. Os dejo un fragmento de la conversación entre los protagonistas
de «Tras la huella
de las mariposas» para
poner un bonito broche a esta hermosa entrevista de José Antonio Moreno:
Me suelta y yo le miro avergonzada, siento dolor y lástima de
mi misma. Agacho la cabeza y como ya ha hecho en otras ocasiones, me la levanta
suavemente sujetando mi mentón.
¾Nunca más agaches la
cabeza, no tienes razones para hacerlo. Levántala, y mira al mundo a los ojos,
no sientas vergüenza ni miedo ante nada. Prométemelo.
¾Te lo prometo, no volveré
a mirar al suelo, sólo lo haré al frente pero si tú me prometes otra cosa.
¾Tú dirás.
¾Que cada vez que levante
la mirada, sean tus ojos con los que me encuentre por siempre, hasta incluso
más allá de la muerte…
Amiga.
Fíjate que lo escribo en mayúsculas. Gracias por abrirme tu corazón y
permitirme pasar contigo un día tan especial. Deseo que a través de este
reportaje los lectores de Un día con…
hayan podido conocerte un poquito más y, al igual que yo, se rindan a tus pies
como gran escritora que eres. De todo corazón, un
millón de gracias por todo.
A continuación se muestran
algunos datos de interés de Vanesa Gutiérrez Portero:
Nombre: Vanesa Gutiérrez Portero.
Nacionalidad: Española.
Publicaciones:
- CUANDO TU AMBICIÓN ME MIRA (2015)
- VIAJANDO SUEÑOS (2016)
- TRAS LA HUELLA DE LAS MARIPOSAS (2017)
Todas las novelas se pueden encontrar en Amazon, en librerías y, también,
contactando directamente con la autora. En este caso, te las enviará con una
preciosa dedicatoria. Para contactar con ella se puede hacer a través de la
web: www.vanesa-gp-escritora.com.
Redes sociales:
Instagram: @vgp_escritora
Facebook: Vanesa Gutiérrez Portero Escritora
Twitter: @vgp_escritora