Escribir es reparar la herida fundamental, la desgarradura, porque todos estamos heridos. Alejandra Pizarnik.
El despertador ha sonado temprano. A las 5:30 de la madrugada un intenso pipipipipiiiiiiiiiiii me ha avisado de que comenzaba la jornada. Ducha rápida, elección de ropa y desayuno frugal. A las 6:15 me pongo en marcha y subo en el tren de cercanías rumbo a Málaga capital ¾ yo vivo en Fuengirola, centro neurálgico de la Costa del Sol ¾ donde, si no hay retraso con la combinación, a las siete y media tomaré un ave rumbo a Madrid. ¡Bendita alta velocidad que me permite recorrer en dos horas treinta y cinco minutos casi seiscientos kilómetros y malditos trenes de cercanías que para recorrer veintiocho kilómetros necesitan más de tres cuartos de hora! Algo no funciona bien... Afortunadamente no hay retrasos. Y digo afortunadamente porque en las últimas dos semanas los retrasos y cancelaciones de trenes de cercanías han sido la tónica general. ¿La causa? La más absurda que se puede imaginar en unos tiempos en los que los españoles desean trabajar: falta de personal. Al menos eso es lo qu...